lunes, abril 03, 2006

Cuando el amor es odio ( Susan Forward )




En esta ocasión, voy a escribir de un libro que para mi es una maravilla.

El libro te abre los ojos si estás en una situación de ceguera total en la que tu pareja, ya seas hombre o mujer, está abusando de ti, y tu ni en cuenta, solo sufres, no crees que el problema sea tan grande, lo que si es cierto es que sufres y no sabes que hacer.

El libro precisamente, en la segunda parte te ayuda a saber como enfrentar todas las situaciones que se presenten en estos casos.

El libro se llama,

"CUANDO EL AMOR ES ODIO

Hombres que odian a las mujeres y mujeres que siguen amándolos"

Ti'tulo original en ingles: Men Who Hate Women

and The Women Who Love Them

©1986, Susan Forward y Joan Torres

©1987, Ediciones Grijalbo, S.A. Arago, 385, Barcelona

D.R.© 1993 por EDITORIAL GRIJALBO, S.A. de C.V

A continuación voy a copiar un fragmento y en los sucesivos posts voy a comentar los fragmentos y a explicarles como los puede ayudar si están o conocen a alguien en estas situaciones.

Susan Forward, es una Sicologa, que tambien tubo problemas con su esposo y cuando trataba a sus pacientes se daba cuenta de que a ella le estaba pasando lo mismo


"La primera vez que vino a verme, Nancy tenía un exceso de peso de 27 kilos y una úlcera.

Se presentó con unos viejos tejanos con rodilleras y una camisa informe; tenía el pelo descuidado, las uñas comidas hasta sacarse sangre y le temblaban las manos. Cuatro años antes, cuando se caso con Jeff, era la coordinadora de modas de uno de los principales grandes almacenes de Los Angeles.

Parte de su trabajo consistía en viajar por Europa y Oriente, encargada de seleccionar prendas de vestir para el establecimiento. Ella misma se había vestido siempre a la última moda y salía con hombres fascinantes; había sido el centro de varios artículos periodísticos sobre las mujeres que triunfan en la zona de Los Angeles, y todo eso lo había logrado antes de cumplir los 30 años. Sin embargo, cuando yo la vi por primera vez, a los 34, se sentía tan avergonzada de su aspecto y tenia una opinión tan pobre de sí misma, que apenas salía de casa.

Aparentemente, su autoestima había comenzado a desvanecerse cuando se caso con Jeff; sin embargo, a mis preguntas sobre su marido, Nancy respondió con una larga lista de superlativos. Es un hombre maravilloso, encantador, divertido y dinámico. Siempre tiene pequeñas atenciones conmigo...

Me envió flores para conmemorar el aniversario de la primera noche que hicimos el amor. El año pasado, para mi cumpleaños, me sorprendió con dos billetes para unas vacaciones en Italia. Nancy me contó que Jeff, pese a lo ocupado que estaba con su profesión de abogado, siempre encontraba tiempo para estar con ella y que, a pesar de su apariencia actual, seguía queriendo que Nancy lo acompañara en todos sus compromisos y cenas de negocios. A mi solía encantarme salir con él y con sus clientes, porque aun íbamos tomados de la mano, como unos colegiales.

Por él soy la envidia de todas mis amigas. "Tu si que tuviste suerte, Nancy", me dijo una de ellas. Y yo sé que es así, pero fíjese en mí! No entiendo que ha pasado para que me sienta siempre tan deprimida. Tengo que rehacerme de alguna manera, porque si no, terminare por perderlo. Un hombre como Jeff no tiene por qué andar por ahí cargando con una mujer como yo. Él puede tener las mujeres que quiera, incluso estrellas de cine. Ya tengo suerte de que me haya aguantado tanto tiempo. Mientras escuchaba a Nancy y observaba su aspecto, yo pensaba: "En esta imagen hay algo que no cuadra".

Advertía una contradicción básica en todo aquello. ¿Por qué una mujer tan competente y eficaz podía quedar hecha polvo a causa de una relación amorosa? ¿Qué le había sucedido a Nancy durante sus cuatro años de matrimonio para que se operase un cambio tan notable no sólo en su aspecto, sino en su autoestima? La insté a que me siguiera hablando de su relación con Jeff, y poco a poco fue apareciendo un cuadro más completo. Creo que lo único que realmente me preocupa de él es la facilidad con que pierde los estribos. - ¿Qué quieres decir con "perder los estribos"? - le pregunté, y ella soltó una risita. Que hace lo que yo llamo "su imitación de King Kong", vociferando y armando mucho escándalo.

Y a veces me obliga a callar, como la otra noche, cuando estábamos cenando con unos amigos. Él estaba hablando de una obra de teatro, y cuando yo intervine me cortó en seco, diciéndome que me callara. "No le prestéis atención, siempre está soltando alguna estupidez", les dijo después a nuestros amigos. Yo me quedé tan humillada que hubiera querido hundirme en el asiento, y después apenas pude tragar bocado.

Nancy se puso a llorar al evocar diversas escenas humillantes en que Jeff la había tratado de estúpida, egoísta o desconsiderada. Cuando se enfurecía, su marido le gritaba, daba portazos y arrojaba objetos. Cuanto más interrogaba yo a Nancy, con más claridad veía el cuadro general. Me hallaba frente a una mujer que trataba desesperadamente de encontrar la manera de complacer a un marido que tan pronto se mostraba colérico y atemorizador como fascinante. Nancy contó que con frecuencia se quedaba dormida mucho después que él, sintiendo que la crueldad de sus palabras seguía hiriéndole los oídos. Durante el día, y sin razón aparente, tenía ataques de llanto. La insistencia de Jeff hizo que Nancy dejara su trabajo cuando se casaron, y ahora se sentía incapaz de reiniciar su carrera.

Así lo expresó ella: Ahora no me animaría siquiera a afrontar una entrevista, y mucho menos un viaje de compras. Ya no me siento capaz de tomar decisiones, porque he perdido la confianza en mí misma. En el matrimonio, Jeff tomaba todas las decisiones, e insistía en controlar hasta el último detalle de todos los aspectos de la vida de la pareja. Verificaba todos los gastos, escogía a las personas con quienes mantenían contacto social, e incluso tomaba decisiones referentes a lo que debía hacer Nancy mientras él estaba en su trabajo.

La ridiculizaba si ella manifestaba cualquier opinión que difiriese de las suyas, y cuando algo le disgustaba, le gritaba, incluso en público. La mínima desviación, por parte de ella, del derrotero que él había establecido para ambos originaba escenas espantosas. Advertí a Nancy que tendríamos que trabajar mucho, pero le aseguré que empezaría a sentirse menos abrumada. Le dije que estudiaríamos con ánimo crítico su relación con Jeff, y que en realidad conservaba la confianza en sí misma que ella creía haber perdido; sólo estaba puesta donde no correspondía.

Entre las dos terminaríamos por recuperarla. Al concluir nuestra primera sesión, Nancy se sentía un poco más firme y menos perdida, pero la que empezaba a vacilar era yo. El relato de Nancy me había afectado muy profundamente. Yo sabía que, como terapeuta, mis reacciones hacia un cliente eran instrumentos muy importantes. Establecer relaciones emocionales con las personas con quienes trabajo me ayuda a comprender antes cómo se sienten. Pero en este caso había algo más. Cuando Nancy salió de mi despacho, me sentí muy incómoda.

No era la primera vez que una mujer acudía a mí con ese tipo de problema, ni tampoco la primera vez que mi reacción había sido tan intensa. Ya no podía seguir negando que lo que me afectaba era el hecho de que la situación de Nancy estuviera tan próxima a la mía. En lo exterior, yo parecía segura y realizada, una mujer que realmente lo tenía todo. Durante el día, en mi despacho del hospital y en la clínica donde ejercía, trabajaba con la gente, ayudándole a consolidar su confianza y a recuperar su propia fuerza.

Pero en casa era otra historia. Como el de Nancy, mi marido era encantador, atractivo y romántico, y yo me había enamorado locamente de él casi tan pronto como nos conocimos. Pero no tardé en descubrir que albergaba dentro de sí mucha cólera, y que tenía el poder de hacerme sentir pequeña y fuera de lugar, hasta el punto de desequilibrarme. Insistía en llevar él el control de todo lo que yo hacía, creía y sentía.

La terapeuta Susan bien podía decirle a Nancy que el comportamiento de su marido no parecía muy amoroso, sino que más bien daba la impresión de que translucía mucha violencia psicológica, pero ¿qué me decía yo a mí misma? La Susan que por las noches regresaba a su casa se retorcía hasta hacerse un nudo en el intento de evitar que su marido le gritase. Era la Susan que seguía repitiéndose que él era un hombre maravilloso, que estar con él resultaba fascinante y que, desde luego, si algo andaba mal, la culpa debía de recaer sobre ella.

Durante los meses siguientes, estudié con más atención lo que estaba sucediendo en mi propio matrimonio y en las relaciones de aquellas clientas que, al parecer, se encontraban en situaciones similares. ¿Qué sucedía realmente en esos casos? ¿Cuáles eran las pautas? Aunque por lo general eran las mujeres las que buscaban mi ayuda, a mí me llamaba la atención el comportamiento de los hombres.

Tal como sus mujeres los describían, con frecuencia eran encantadores, e incluso afectuosos, pero siempre capaces de cambiar de actitud en un abrir y cerrar de ojos, para comportarse de un modo cruel, crítico e insultante. Su forma de proceder iba desde la evidente intimidación y las amenazas hasta ataques más sutiles y encubiertos, en forma de humillaciones constantes o críticas destructivas.

Fuera cual fuere el estilo, los resultados eran los mismos. El hombre mantenía el control haciendo polvo a la mujer. Además, esos hombres se negaban a asumir responsabilidad alguna por el sufrimiento que sus agresiones ocasionaban a su pareja. Culpaban, en cambio, a su mujer - o a su amante - de todos los sucesos desagradables, del primero al último.

Yo sabía, por mi experiencia en el trabajo con parejas, que todo matrimonio tiene dos caras. Sin embargo, es fácil que los terapeutas nos sobreidentifiquemos con el cliente cuando no conocemos más que una versión de cada caso. Indudablemente, ambos miembros de la pareja contribuyen al conflicto y a la tormenta que pueda abatirse sobre una relación.

Pero una vez que empecé a ver en sesiones de asesoramiento [counseling] a los compañeros de algunas de mis clientas, caí en la cuenta de que ellos no sufrían tanto como las hacían sufrir a ellas, ni mucho menos. Eran las mujeres quienes sufrían. Todas ellas padecían una grave pérdida de autoestima, y muchas tenían además otros síntomas y reacciones. Nancy padecía úlceras, le sobraba peso y había descuidado completamente su aspecto; otras tenían problemas graves de abuso de alcohol y de otras drogas, sufrían migrañas, problemas gastrointestinales o trastornos del apetito y del sueño. Era frecuente que su eficiencia laboral se hubiera resentido, y que carreras prometedoras en su momento estuvieran abandonadas.

Mujeres que conocieron el éxito y se mostraron competentes dudaban ahora de sus habilidades y de su capacidad de juicio. Con frecuencia alarmante, sufrían ataques de llanto y de angustia, y caían en profundas depresiones. En todos los casos, esos problemas empezaron a manifestarse durante la relación o el matrimonio. Cuando me di cuenta de que en estas relaciones se podía advertir una pauta muy nítida, comencé a analizar el asunto con mis colegas. Todos estaban familiarizados con el tipo de hombre que yo describía: cada uno de ellos había tratado a mujeres que estuvieron enamoradas de hombres que respondían a la descripción que yo les daba, se casaron con ellos o bien eran sus hijas.

Lo que me parecía más sorprendente era que, si bien el tipo de comportamiento nos resultaba tan familiar, todavía no hubiera dado nadie una descripción exhaustiva de él."

CONTINUARÁ

17 comentarios:

Mariwell dijo...

Tienes otro tache...es la enésima vez que veo que escribes TUBO (del verbo tener) con B....tarea: escribir TUVO 100 veces...no se vale hacer copypaste..=P

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Por el título del libro que recomiendas pense que era uno de Lagmoglia e hice cara de fuchi...
pero bueno...vi que no se trataba de él y continue leyendo...interesante el tema.

A mi todavía me cuesta entender que una mujer profesionista, culta y con éxito puede ser víctima del maltrato sicológico but the way...el amor (o lo que se confunde con amor) vuelve vulnerables y descubre el talón de aquiles que todos tenemos....

Y a pesar de todo....Benditos ustedes que son nuestro complemento...=)

UN ABRAZO ZACKITO

Mariwell dijo...

y como un DEJA VU estoy escuchando esta rola:

...con una lágrima de fe sobre tu piel olvide la grieta que dejo tu amor pero ese instinto taurino de tu ser me obligo a azotarte tiernamente...sin dolor no te haces feliz....pero esa noche provocaste ver en mi lo que a nadie muestro en la intimidad pero esa forma de mirada que hay en ti me obligo a matarte lentamente...

"Doble opuesto" La ley y Ely Guerra.

Angeek dijo...

Es un libro muy bueno. La Forward es pionera en este tema.
Lammoglia tiene mucho de ella.
Yo no creo que sea copy, estás comentando.
Saludos Zack

Lunita dijo...

Ya habia escuchado acerca del libro de Susan Forward y por lo que he leido con tu pots, la neta si esta interesante. Así que estare esperando la continuación!!

Un abrazo Zackito!!

Workaholica dijo...

Uffff..... si hay algo que definitivamente NO tolero es la violencia (física y emocional).... huyo de ella cobardemente.....

Ya ves que no me gustan los libros de superación así que tú sigue escribiendo a ver si algo se me pega...

Besos

Kix dijo...

Uy al leer el texto pude verme a mí misma hace unos años, en mi primer matrimonio. El hombre, a quien llamo Innombrable, cae pefecto en esa definición. La verdad es que me costó sangre, sudor y lágrimas, pero pude zafarme de su dictadura y su control.

argos dijo...

No sé si es ub best seller, pero ya he visto a mucha gente leerlo.

Creo que es muy buen tema...

Mariwell: Según mis recuerdos esa rola se llama "El Duelo"

Humano dijo...

No se porque siento que esos libros son un gran best seller debido a que dicen en letras lo que las mujeres quieren leer.. osea los hombres siempre tenemos la culpa

Zack dijo...

tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo tuvo

No es Copy paste lo puse uno a uno jjeje

Saludos Mariwell

Y si, Lamoglia lo menciona mucho, pero el libro es una maravilla aunque lo mencione Lamoglia

Igual a mi no me gustan los libros de Superación, pero este si se le puede llamar asi, sería la excepción para mi

Mugrali dijo...

Interesante...espero la próxima parte.
Saludos :-)

Anónimo dijo...

Algunas veces he creido que yo necesito un psicologo, no porque sea yo una mujer maltratada de tal manera que me denigren emocionalmente, no me imagino permitiendolo, simplemente me enfurece que me hagan responsable de todo escuela, trabajo y niño y además me chantajeen haciendome sentir culpable.
Any way, de cualquier manera no me laten mucho los psicologos.

ALEPHGIMEL dijo...

Hola!! muy buen post te sigo leyendo

Saludos

Zyanya dijo...

Oye no estaria nada mal onseguir ese librillo, me interesó mucho el tema ^^ además, digo hay q prevenir jejeje, espero q nos platiques mas cositas saludines

Anónimo dijo...

Muy buen tema Zack y el libro es interesante, te hace ver muchas cosas, en verdad.
Saludos.

Atitel dijo...

Wow! valla que eso es ciertisimo, me impacto la reseña Zack, yo me senti un tanto identificada, esperare la continuacion y tratare de conseguir el libro.

Besos!

Anónimo dijo...

susan=forward=fresa=backwards

Anónimo dijo...

zack=le=gusta=el=tubo=taibolero