miércoles, abril 12, 2006

Semana Santa en Iztapalapa

¿Saben porque dan vacaciones en Samana santa?

Pues para que un buen de Chilangos salgan del DF porque de otra manera no cabrian tantos millones de personas en Iztapalapa.

Ya en serio, yo si voy a pasar la semana Santa en Iztapalapa, (es que ahi vivo) aunque en una orillita, donde no me afectan las aglomeraciones.

Por si algun masoquista quiere meterse al tumulto, ahi les van los horarios:

El Jueves Santo iniciará la representación a las 15:00 con la procesión que imita la visita de las siete Casas y culminará a las 22:30 horas cuando los actores salgan del Cerro de la Estrella hacia la Explanada del Jardín Cuitláhuac. En este jardín se escenifica la Última Cena, el Lavatorio de Pies, el segundo concilio y la venta de Jesús.

El Viernes Santo a las 8:00 inicia una procesión desde las calles Aztecas y 5 de mayo hasta Lerdo. Las actividades terminan a las 17:00 horas después de la representación de la crucifixión y el posterior descenso hacia la Casa Sede ubicada en Aztecas.

Para el Sábado de Gloria se lleva a cabo la Resurrección de Jesús, la cual inicia a partir de las 20:00 horas. Por primera vez en 35 años se representa una escenificación adicional a las escenas del Via Crucis..

Y felicidades a los que se fueron a la playa


martes, abril 11, 2006

CUANDO EL AMOR ES ODIO (SÓLO PUEDES CAMBIARTE A TI MISMA)

Continuamos comentando el libro
"Cuando el am,or es odio" de Susan Forward

SÓLO PUEDES CAMBIARTE A TI MISMA

Al comienzo de su terapia, Jackie se me quejó:

¿Por qué tengo que aprender a hacer las cosas de otra manera, si con sólo que Mark se dejara de ser tan prepotente, yo no tendría ningún problema en casa?

Le dije lo que repito a muchas de mis clientas: Tú no puedes cambiar el comportamiento de alguien más que el tuyo. La buena noticia, sin embargo, es que una vez que tú empieces a cambiar tus reacciones ante el comportamiento de tu pareja, la relación misma debe cambiar al mismo tiempo que tú.

Jackie no quería renunciar a su creencia de que si Mark pudiera ver las cosas como ella las veía, dejaría de ser cruel con ella. Nancy también creía algo parecido: «Yo sé que si Jeff supiera lo mal que me hace sentir, no se portaría de esa manera conmigo», me dijo. Sin embargo, el hecho era que ambos hombres podían saber exactamente lo mal que estaban haciendo sentir a su mujer, y no por eso cambiaban de comportamiento. Además, el hecho de que su compañero entendiera o no era algo sobre lo cual ninguna de las mujeres tenía control alguno. A Jackie, lo mismo que a Nancy, le dije que el intento de conseguir que su misógino «viera» sería, en última instancia, una tremenda pérdida de esfuerzo.

Sin perder esto de vista, voy a pedir a mis lectoras que echen a la papelera esas palabras-moscardones como «comunicación» y, con ellas, todas las técnicas para «hacer que la otra persona sepa cómo te sientes». En la relación con un misógino, nada de eso es válido No hay ninguna frase mágica que libere la capacidad de tu pareja para ver lo que te está haciendo. El no quiere ver, y tampoco quiere comunicarse. Quiere salirse con la suya. Para sus oídos, toda expresión tuya de sentimientos heridos es un ataque, y eso significa, de parte de él, un contraataque. Por consiguiente, el intento de comunicarse con un misógino es estéril. Se parece mucho al intento de enseñar a cantar a un toro: no da resultado, y se irrita al toro.

Todo esto se reduce a que la única que tiene que aprender a hacer las cosas de otra manera eres tú.

Pero antes de que puedas empezar a hacer las cosas de otra manera, debes tener cierto control sobre cómo te sientes. Y para ayudarte a lograrlo fueron pensadas las estrategias siguientes.

Primer paso: convertirte en observadora

Una de las primeras estrategias de distanciamiento que sugiero a mis clientas es que se conviertan en observadoras de sus reacciones ante los ataques de su compañero.

A Nancy le dije que después de cada enfrentamiento con Jeff se dijera: «¡Qué interesante! Cada vez que él se irrita conmigo, siento...». (Ella tenía que poner en el espacio en blanco la emoción que sintiera.) En la sesión siguiente, me contó:

Había llevado la compra del coche a la cocina cuando entró Jeff. Inmediatamente empezó a decirme cómo tenía que guardarlo todo, y después a vociferar porque- no lo estaba haciendo bien, era una desaliñada en todo y me importaba un rábano hacer las cosas bien. Y siguió ahí ladrando órdenes y diciéndome que lo estaba haciendo todo mal. Después me senté tranquilamente a anotar todo lo que había sentido mientras Jeff me atacaba Fue la primera vez que me di cuenta de que me empezaban a temblar las manos, y de lo enojada que me sentía. Una vez que me puse a observar cómo reaccionaba, pude sentirlo.

La lista de cosas que le pasaban a Nancy durante cada enfrentamiento empezaba así: «Cada vez que él se enfurece conmigo me siento... » Y no tardó en descubrir que los ataques de Jeff la dejaban «enojada, asustada, temblorosa, dolida, ofendida, indefensa y abrumada».

Intenta hacer el mismo ejercicio. La próxima vez que tu «peor es nada» te ataque, procura observar exactamente qué te sucede a ti. Después, siéntate a hacer una lista de tus reacciones, tanto físicas como emocionales. Encabeza la lista escribiendo «Cada vez que él me ataca me siento... », y después anota todo lo que puedas recordar.

Confeccionar esas listas te permite ver con más claridad y nitidez. Te permite organizar tus pensamientos y ver de qué manera has ido reaccionando. Una vez que hayas aprendido a hacerlo, habrás ganado cierta distancia ante el torbellino emocional, porque la observación, automáticamente, pone distancia. Como resultado, te sentirás menos abrumada por tus emociones.

Con este ejercicio notarás que hay una pauta que se repite en tus reacciones. Al identificarlas, disminuirás su intensidad porque se volverán predecibles, es decir, que la próxima vez que se produzca un incidente ya no te provocará sorpresa ni pánico.

Además de enumerar tus reacciones, toma nota del tiempo que duran. Nancy me dijo que aunque el temblor de las manos y el miedo desaparecían con bastante rapidez, algunas otras reacciones emocionales se mantenían varios días, y los que más tardaban en desaparecer eran los sentimientos de estar herida y enfadada.

Cuanto más capaz seas de identificar y de aclarar tus sentimientos, tanto más predecibles serán tus reacciones y menos se alterará tu equilibrio.

Segundo paso: decide que seguirás conduciéndote exactamente como antes

A muchas de mis clientas les sorprende que no les pida, al llegar a este punto, que modifiquen su comportamiento. Les pido en cambio que hagan exactamente lo mismo que hasta entonces, pero con una diferencia importantísima: reconocer que ahora, la decisión de comportarse como lo hacen les pertenece.

Una vez que decides hacer algo, lo que haces ya no es automático ni reflejo; pasa a ser consciente y planeado, a estar bajo tu control. Tu comportamiento deja de ser reactivo para convertirse en activo.

Lo interesante es que con un comportamiento nacido del miedo o de la intimidación te sientes malísimamente, mientras que si ese mismo comportamiento obedece a tu propia decisión te sentirás mucho mejor. Por más que esto pueda parecer un detalle secundario, de hecho es un paso muy importante. Decidir de qué manera has de reaccionar te ayudará a desensibilizarte ante los sentimientos de impotencia que genera en ti la relación.

He aquí lo que me contó Jackie cuando empezó a convertir en una opción consciente la forma en que reaccionaba ante los estallidos de Mark:

Él me inspiró siempre tanto miedo, y me hacía sentir tan mal, que yo era incapaz de hacer otra cosa que intentar apaciguarlo disculpándome. Pero una vez que me tomé un segundo extra para decidir que me disculparía, me sentí menos asustada y bastante menos dependiente.

Para ayudar a Jackie a incrementar su sensación de dominio y control, yo le había sugerido que continuara disculpándose, pero que antes de hacerlo debía decirse para sus adentros: «En mi condición de adulta, decido disculparme». Este ligero cambio de actitud marcó una diferencia en la forma en que se sentía.

Ensaya esta estrategia conductual, relativamente simple, y lo más probable será que adviertas una disminución de tu sufrimiento emocional.

En el capítulo 9 analicé la diferencia entre pensar y sentir. Jackie comprobó que si hacía un esfuerzo consciente por cambiar sus pautas de pensamiento —pasar de «tengo que disculparme» a «decido disculparme»—, aunque su comportamiento siguiera siendo el mismo, era capaz de interrumpir sus reacciones emocionales automáticas.

Tercer paso: toma nota de todas las etiquetas que ha usado contra ti tu compañero

Este ejercicio tiene una parte práctica escrita, y otra parte creativa e imaginativa. Para empezar, cómprate una caja de etiquetas, no importa de qué clase. Incluso te servirán las que se usan para rotular paquetes, pero esas auto-adhesivas que se encuentran en todas las papelerías son las más fáciles de usar. (Si comprarlas te plantea algún problema, con unas hojas de papel que recortarás en rectángulos de igual tamaño y un poco de goma de pegar te arreglarás muy bien.)

A mis clientas les pido que escriban en etiquetas separadas cada adjetivo negativo de que se valgan sus compañeros para insultarlas. En las etiquetas de Jackie se leía: egoísta, agresiva, estúpida, inútil, haragana, insaciable, castradora, mezquina.

Prepárate tantas etiquetas como necesites para anotar todos los calificativos, y pégalas sobre una hoja de papel, con este encabezamiento: «lo que él dice que soy».

Con este procedimiento estás haciendo tangibles las etiquetas con que él te ha venido designando. La razón de que te sugiera que para hacerlo uses etiquetas de verdad en vez de limitarte a confeccionar una lista, es que al dar a esas palabras una forma y una consistencia sólida verás con más claridad que no son más que algo que te han pegado encima, no evaluaciones realistas de quién eres tú. Esas etiquetas son símbolos que representan la forma en que ha venido tratándote tu compañero.

Es muy probable que él haya decretado que tus habilidades y tu eficiencia son rasgos negativos. Quizá a tu inteligencia le haya puesto la etiqueta de «pedantería», o haya decidido que eres una «sabelotodo», o te trate de «doctora» y diga que «a ningún hombre le gustan las sabihondas». De modo similar, es probable que a tu éxito y tu competencia los califique de «egocentrismo», «crueldad», «afán de poder» o «ganas de ser hombre», o que te acuse de «agresiva».

Para ayudarte a contrarrestar esas etiquetas negativas, prepara un segundo grupo de ellas, donde anotarás las cualidades positivas de que tú te sabes poseedora.

Si te encuentras un poco escasa de cualidades positivas, incluye las cosas buenas que han dicho de ti otras personas. Empieza otra hoja de papel con el encabezamiento «Lo que soy en realidad», y pega en ella todas las etiquetas positivas que puedas reunir. A Jackie le pedí que, siempre que pudiera, hiciese de sus etiquetas positivas una refutación directa de las negativas que le atribuía Mark. Cuando puso una junto a la otra las dos páginas, he aquí lo que leyó:


Lo que él dice que soy

Agresiva

Egoísta

Estúpida

Ineficiente

Haragana

Insaciable

Castradora

Mezquina

Lo que soy en realidad

Amable

Considerada

Despierta

Competente

Enérgica

Razonable

Estimulante

Bondadosa


Este ejercicio te ayudará en el comienzo de la reconstrucción de tu confianza en ti misma. No lo hagas a la ligera. Tómate el tiempo necesario para pensar en las etiquetas, así dejarás que el contraste entre los rótulos negativos de tu compañero y tus verdaderos atributos se ponga claramente de manifiesto.

Una vez que han hecho sus listas de etiquetas positivas y negativas, pido a mis clientas que se pongan cómodas y se relajen para efectuar algunos importantes ejercicios de visualización. Las imágenes que así se crean les ayudarán a contrarrestar las etiquetas negativas que «ellos» les asignan.

En los momentos de ensoñación, o cuando fantaseamos, todos hacemos visualizaciones. Sin darnos cuenta, de esta manera vamos elaborando muchas situaciones diferentes en la vida. Soñamos despiertos con conseguir un trabajo que queremos; nos imaginamos con un conjunto nuevo que hemos visto en un escaparate; anticipamos la visión de nuestros hijos terminando ya sus estudios. Un actor amigo mío me contó que cada vez que va a una audición, se imagina al director y al productor sentados en el lavabo.

—Me disminuye mucho el nivel de angustia imaginármelo —me comentó—. ¿Qué poder puede tener una persona que está allí sentada?

Lo que hacía mi amigo era conseguir en su imaginación que personas que para él tenían una apariencia formidable fueran más humana:, y eso le permitía sentirse relajado y actuar con más confianza.

A mi amigo actor la visualización le ayudaba a desensibilizar una situación generadora de angustia. Y así como las visualizaciones pueden ayudarnos a alcanzar objetivos, también pueden reforzar la imagen que tenemos de nosotras mismas. El ejercicio siguiente fue pensado para reforzar las etiquetas positivas, al mismo tiempo que disminuye el influjo de las negativas.

Primero léetelas todas, tanto las positivas como las negativas. Después imagínate que eres un castillo. Alrededor del castillo construye una muralla hecha con tus etiquetas positivas. Ahora, imagina que el castillo está sitiado, y que las etiquetas negativas que te pega tu compañero son flechas arrojadas contra el castillo. Represéntate las flechas/etiquetas negativas que golpean contra la muralla protectora del castillo y caen en el foso: son ineficaces contra la fortaleza de tus etiquetas positivas.

Cuanto más relajada estés mientras hagas esta visualización, más claras y potentes serán las imágenes. Es importante que realices el ejercicio en momentos en que te halles libre de distracciones y puedas dejar ir tu imaginación. Probablemente te llevará algún tiempo hasta que logres visualizar toda la escena del castillo, pero mis clientas han comprobado que, una vez han construido el paisaje, son capaces de volver muy fácilmente a él. Te sugiero que uses la visualización del castillo después de cualquier ataque de tu pareja que incluya la aplicación de rótulos negativos. Jackie me contó después:

Al principio me sentía tonta, pero luego me dije que no tenía nada que perder. Fue después de que Mark me llamara agresiva y egoísta porque yo no quise ir a visitar a su madre. Como me afectó mucho, me fui al dormitorio, me senté e intenté el ejercicio. Primero me di cuenta de que él siempre me llamaba egoísta si yo no hacía lo que él quería, y después comprendí que no tenía por qué tomarme a pecho lo que él dijera

Jackie había estado autodefiniéndose de acuerdo con las etiquetas que le ponía Mark. La visualización del castillo le ayudó a ver que las opiniones que él tenía de ella no eran hechos, y que no había razón para sentirse asustada o herida cada vez que él la atacaba.

Este tipo de ejercicios te ayudarán a disminuir la influencia que los ataques de tu pareja tienen sobre tu autoestima. Te servirán también para reforzar la autoevaluación positiva de tus puntos fuertes.

Cuarto paso: imagínate que tu compañero muestra su peor comportamiento con alguna otra persona

En este ejercicio, visualiza a tu pareja vociferando, criticando, descargando culpas o cualquier otra cosa que haga cuando te ataca, pero imagínatelo naciéndoselo a otra mujer. Yo les digo a mis clientas que esa otra mujer sea alguien a quien le tienen afecto: una hermana, una hija o una amiga.

Cuando empieces a trabajar mentalmente con esta escena,, fíjate en que el comportamiento de tu compañero no cambia aunque esté con alguien más: él tiene un repertorio de comportamientos muy limitado, especialmente con las mujeres con quienes mantiene una relación. Por más encantador que pueda ser en otras ocasiones, en una relación íntima se conducirá con cualquier otra mujer de la misma manera que contigo. La cosa tiene muy poco que ver con quién eres.

Cuando visualices a tu compañero comportándose mal con otra mujer, es probable que tomes conciencia de dos cosas importantes:

Primera: El comportamiento de él no está bien.

Segunda: El comportamiento de él tiene muy poco que ver contigo.

Ahora pregúntate.

¿Querrías que alguien a quien tú valoras fuese tratada de esa manera? Si vieras que tratan de esa manera a tu hija (o a tu amiga, tu hermana o tu madre), ¿qué querrías verle hacer?

¿Por qué no te parece bien que a ella la traten así, pero a ti sí? ¿Acaso no eres tú tan importante como ella? ¿No tienes los mismos derechos a que te traten bien y con bondad?

Estos son puntos sumamente importantes. Formúlate estas preguntas y tómate a menudo el tiempo necesario para responderlas, pero muy especialmente después de un ataque de él. Visualiza a tu compañero haciéndole a alguien más lo que acaba de hacerte a ti, y después vuelve a formularte esas preguntas. No te sorprendas si te enojas. Te han tratado injustamente, y tu enfado es una reacción natural. Úsalo para reforzar tu decisión de cambiar. (En el capítulo 12 te enseñaré a usar el enojo en tu propio beneficio.)

Quinto paso: cambia tu manera de ver a tu compañero

En el capítulo 1 describí las «anteojeras románticas» que había usado Laura al comienzo de su relación con Bob. Pero, después de un tiempo de estar en terapia conmigo, Laura recordó que no había querido percibir las señales de advertencia:

Dentro de mí una voz me decía que anduviera con cuidado, que él tenía un genio terrible, y que me había mentido al decirme que estaba divorciado. Además, yo sabía que jamás un trabajo le había durado más de seis meses, ¡vaya si lo sabía! Pero no me dejé afectar por nada de aquello. Estaba tan enamorada de él que, simplemente, me pareció que no tenía ninguna importancia.

Laura había advertido ya muchas cosas de Bob al comienzo de la relación de ambos, y lo mismo es válido para la mayoría de los casos. Por lo general, sabemos más de lo que nos gusta admitir sobre la persona con quien estamos, pero cuando las señales de peligro entran en conflicto con la imagen romántica, preferimos ignorarlas. Sin embargo, por más que nos empeñemos en mantener enterradas esas desagradables realidades que se refieren a nuestro compañero, dentro de nosotras resuena una vocecilla que intenta llamarnos la atención.

Llegada a esa altura de la terapia, Laura necesitaba elevar el volumen de la vocecilla para poder evaluar desde un punto de vista nuevo el comportamiento de Bob; por eso le prescribí el siguiente ejercicio, para ayudarla a reforzar aquella parte de sí misma que siempre había sabido lo que estaba sucediendo. Y es importante que tú también hagas este ejercicio.

Primero, imagínate a tu compañero conduciéndose de manera irracional, y después formúlate las siguientes preguntas:

Una persona razonable, ¿se alteraría de esa manera por incidentes tan triviales?

La crítica constante, los pinchazos y el desplazamiento de la culpa, ¿son parte de una relación de amor?

¿No está simplemente buscando una excusa para atacarme?

¿No está culpándome de todas las cosas de las que no quiere responsabilizarse?

¿Tiene alguien derecho a tratar a otro ser humano de la forma en que él me trata?

Este ejercicio validará tu percepción interior de lo que sucede ahora; o bien, si estuviste alguna vez en relación con un misógino, pero ya no lo estás, te será útil, en el futuro, prestar más atención a los mismos indicios conductuales con otros hombres.

Si esta es la primera vez que has tenido plena conciencia de lo desconsiderada e inaceptable que es la conducta de tu compañero, probablemente experimentarás una gran incomodidad.

Como con todo trabajo que hagamos juntas, te encarezco que no te dejes desalentar por ese sentimiento y que no te apartes del camino que has emprendido. Esa percepción de tu relación es verdadera y, como dijo alguien lúcidamente una vez, la verdad duele. Pero sin la verdad, seguirás prisionera de tus errores y de tu inseguridad en ti misma.

Repasa con frecuencia esta lista de preguntas. Reconocer esos hechos te motivará más aún para que cambies tu situación. Y, por favor, no olvides que está bien que en este momento te enojes, te alteres, llores, e incluso que te compadezcas de ti misma

Al propio tiempo, sin embargo, recuérdate cuánto coraje has necesitado para llegar a este punto. Piensa en aquellas malas relaciones que has visto, y en que la gente aceptaba los malos tratos sin cuestionarlos, y sin la menor esperanza de cambiar. eres más fuerte; estás intentando cambiar. Te enfrentas a una verdad dolorosa, que va a hacerte daño, pero persevera. Usa esta lista de preguntas cada vez que empieces a dudar de tus percepciones y de la voz interior de tu razón, cada vez que te descubras interrogándote si, después de todo, tu compañero no estará en lo cierto, y cada vez que te encuentres buscando excusas que justifiquen su comportamiento, o asumiendo tú la culpa de ese comportamiento. Estas preguntas te ayudarán a volver a centrarte. Escríbelas en un papelito y llévalas siempre contigo. Y busca su apoyo cuando sientas que tu resolución de continuar flaquea, o cuando entre vosotros dos se produzca una escena. Haz que las preguntas se vuelvan parte de tu proceso normal cada vez que piensas en él. Lo que estás haciendo es validar para ti misma algo que siempre has sabido que es verdad.

Tómate tiempo y fíjate cómo estás tratándote tú misma

Para muchas mujeres, uno de los peligros de aceptar la verdad de su situación reside en la probabilidad de que vuelvan contra sí mismas el nuevo conocimiento que están adquiriendo. Por esta razón reservo parte del tiempo de nuestro trabajo para verificar cómo se tratan mis clientas a sí mismas.

Normalmente, les oigo decir cosas como estas:

¿Puedo haber sido tan estúpida?

¿Pude permitir que esto me sucediera a mí?

Me siento furiosa conmigo misma por haber estado tan ciega.

Si soy una mujer inteligente, ¿cómo pude equivocarme así?

Sí que estoy enojada con él, pero más todavía conmigo por haber aguantado eso.

Es de vital importancia que al castigo que ya estás sufriendo en tu relación no agregues el que tú misma te impones. En vez de reprocharte por no haber visto antes la verdad, agradécete a ti misma el valor y la determinación que has demostrado al miraros con sinceridad a ti misma y a tu compañero, y al asumir el compromiso importante y sobrecogedor, de cambiar tu relación

lunes, abril 10, 2006

CUANDO EL AMOR ES ODIO (LA IMPORTANCIA DE PONER LÍMITES )


Continuamos con el libro "cuando el amor es odiio" de Susan Forward

En la segunda parte, Susan, indica unos ejercicios para cambiar las cosas,

LA IMPORTANCIA DE PONER LÍMITES

Para dar el siguiente paso que te conducirá a reescribir el viejo guión, debes aprender a poner límites al comportamiento de tu pareja. Será necesario que le definas claramente, por un lado qué quieres, y por otro lo que ya no quieres tolerar. Para esto, encontrarás orientación en las listas que hiciste en el capítulo 12, Las cosas que quiero para mí misma, y Las cosas que ya no permitiré. Nicki estaba aterrorizada ante la perspectiva de enfrentarse a Ed. Cada vez que lo había intentado, se encontró con un fuego graneado de tácticas intimidatorias que la obligaba a retroceder. En cuanto a los intentos de Paula de hacer frente a Gerry, a veces le habían valido unas cuantas disculpas o, en el mejor de los casos, un cambio de comportamiento (si lo había) fugaz y pasajero.

Por consiguiente, tanto Nicki como Paula tenían que renunciar a su manera habitual de abordar a sus respectivos compañeros. Y lo mismo es válido para ti. Tú ya sabes que esos viejos recursos no funcionan, pero eso no quiere decir que nada de lo que hagas haya de servir, ya que modificar tu comportamiento servirá para algo. E incluso si cambiar tu comportamiento no cambia la relación tanto como esperabas, aun así te ayudará a sentirte mejor contigo misma. Como muchas de mis clientas, es probable que mientras te dispones a representar el nuevo guión sientas lo que la gente de teatro llama el trac. Limítate a pensar que es una noche de estreno, e intenta superar tus temores. Para vencer el miedo a la escena, yo sugiero siempre una temporadita de ensayos.

Memoriza, entre las frases que te pongo más abajo, las que mejor convengan a tu situación. Practícalas hasta que te sientas cómoda con ellas en cuanto parte de tu vocabulario para situaciones en que tengas que hacerte valer, pero no trates de usarlas todavía; limítate a ensayarlas tú sola. Las afirmaciones para hacerme valer

- No está bien que me hables así.

- No está bien que me trates así.

- Ya no obtendrás más resultado con tus gritos.

- Esta vez no puedes intimidarme.

- Ya sé que esto siempre te ha dado resultado, pero quiero que sepas
que ahora no va a funcionar más.

- No me quedaré aquí aguantando tus gritos.

- Ya hablaremos de esto cuando te hayas calmado.

- No aceptaré que me humilles.

- La gente que me quiere no me trata así.

- Con este comportamiento me has controlado antes, pero quiero que
sepas que eso se acabó.

- Ya no soy la misma persona de antes.

MÁS TIEMPO DE ENSAYOS

Cuando les pido que cambien un comportamiento, generalmente mis clientas experimentan una oleada de resistencia y de pánico. Tienen miedo de que les sucedan cosas terribles y catastróficas. Una de las maneras más eficaces que he encontrado de efectuar ese cambio es dar a la clienta mucho tiempo para ensayar sus nuevas actitudes y dialogar en un medio seguro y libre de riesgo.

Recuerda que cuanto más lo ensayes, más natural te parecerá el comportamiento nuevo cuando lo pongas en práctica por vez primera. Te sugiero que el primer ensayo lo hagas a solas y en privado. Ponte delante de una silla vacía y represéntate, sentado en ella, a tu compañero. Imagínate que ha comenzado a atacarte, escoge una de las frases que enumeramos arriba, tal como "No me quedaré aquí aguantando tus gritos", y dila en voz alta. Repítela hasta que te salga con un tono fuerte, creíble y natural. Ahora, imagínate la reacción de él ante tu nuevo comportamiento.

No te prives de vivenciar cualquier ansiedad que aparezca. Deja salir a la superficie todas las reacciones, tanto emocionales como físicas, que habitualmente tienes ante los estallidos de tu compañero. Acostúmbrate a esas reacciones; acepta el hecho de que probablemente entre ellas haya algunas que te acompañarán siempre, incluso cuando ya seas más activa y sepas hacerte valer mejor. Tus viejos sentimientos han estado mucho tiempo contigo, y son tenaces. Sin embargo, a medida que vayas practicando con éxito los nuevos comportamientos, esos sentimientos perderán intensidad, y la incomodidad que te causaban no durará tanto.

Como ya sabrás qué esperar, superarás con mayor rapidez los episodios que te asustan. Mientras estás practicando sola con la silla vacía, imagínate que él sigue atacándote verbalmente, pero tú no cedes por más insultante o humillante que se ponga. Responde únicamente con las frases de la lista, aunque te empiece a parecer que eres un disco rayado. Recuerda que estás poniendo a prueba la fuerza y la resolución conquistadas.


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Y bueno, ¿que opinan de que para obtener servicios, a los que esta obligado el gobierno a brindar a las comunidades, tengan que conseguirse mediante apuestas de Futball ?

Y A los que salieron. !!!Felices Vacaciones!!